El mañana ......nunca espera por eneta
Antonio tenía razón, esperar no espera nunca, pero a mí me había caído como una gigantesca manzana de Newton encima de la cabeza. Estaba aturdido, vacuo, laso
..Este era un asunto que ya había previsto, pero no ahora, no mañana. Le pedí su número de teléfono, por lo de su defensa, y casi ni me despedí. Subí al coche y conduje hasta el centro de la ciudad. Quería ver las caras a los que me habrían de juzgar mañana. Inmenso jurado para tan poca causa.
No estaba sólo pero el combate tampoco era pequeño. Casi diez años esperando. Hice unas llamadas de teléfono para excusarme ante los miembros de la comisión de provincias y me puse en contacto con Eugenia Berdún. Eugenia era hija de un rico ganadero ultraconservador a la que tan buena educación habían dado que no podía pasar por alto las tropelías indecentes que se habían filtrado a través de los muros de su casa hasta el cuarto de estudio en el que se pasaba las horas. El señor Berdún había cedido altruistamente el solar en que se ubicaría la clínica psiquiátrica más prestigiosa del país y Eugenia la dirigía con discreción y eficacia. Lucrecio era el nombre que habíamos pactado para el enajenado sobrino que recorría incansablemente las dependencias de la residencia a su antojo, que para eso era el que era, eso sí, medio sedado por si acaso. Necesitaba una fotografía reciente y algún fragmento de su historia clínica con alguno de esos relatos que sólo se cuentan a los psiquiatras. Eugenía se lo jugaba todo. No quería preguntarme porqué, ella me conocía bien. Cogí la cartera de documentos y yo mismo fui a verla, quería agradecerle en persona su colaboración y darle,...lo que me pidiera.
Próximo capitulo publicación el 20 de junio, en el blog de MaMona
Frase de enlace para el siguiente capitulo: y darle, .....lo que me pidiera
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